Quizás te suena la escena: tu hijo está monísimo, tienes el móvil o la cámara a punto, pero en cuanto te acercas, se esconde. A tu hijo no le gusta que le tomes fotos: huye, se tapa la cara o se enfada contigo y grita: «¡Fotos, no!». ¿Sabes qué? De vez en cuando, en nuestro estudio también entra algún niño que no tiene ganas de fotos.
¿Por qué tu hijo no quiere fotos?
Quizás pienses que ha desarrollado una fobia a cualquier cosa que se parezca a una cámara. Pero, para entender por qué no quiere fotos un niño, debemos pensar con su misma lógica. Lo más probable es que tener a su madre persiguiéndole para que se ponga delante del objetivo le parezca… ABURRIDO. Así es. No es muy distinto a que te digan «Siéntate bien», «No grites», «Compórtate»… Para el niño, la experiencia de dejarse fotografiar se convierte rápidamente en un acto pasivo en el que debe obedecer sin rechistar una serie de indicaciones que pueden parecerle de lo más aleatorias. Es decir, se vuelve una actividad sin ningún interés ni aliciente. No todos los niños responden igual. No todos tienen el mismo carácter ni les interesarán las mismas propuestas. La idea que me gustaría que retuvieras es que lo importante aquí es disfrutar. Porque para los niños, la vida es juego. Así que la mejor forma de conseguir unas fotos preciosas, tanto si las haces tú como si contratas a alguien para hacerlas, es dejarles ser ellos mismos, hacerles propuestas adecuadas a su edad y carácter e implicarse activamente jugando con ellos.
¿Qué cosas podemos hacer los padres (y/o la/el fotógrafa/o) para que la situación fluya?
- Nunca caer en luchas de poder, porque hace que sea cada vez más difícil. El niño puede pensar «Si toman las fotos, mamá gana y yo pierdo».
- Mantener la calma, no chantajear y mucho menos diciéndole «Si lo haces, después iremos a…». Porque lo que transmitimos al niño es la idea de que “Ir al fotógrafo es tan caca que me tienen que dar un regalo por haberlo hecho». Además, muchos no entienden lo que son 10 minutos y, a partir de que tú digas: “En 10 minutos vamos a por tu helado si te dejas tomar la foto», el niño solo podrá pensar en el regalo, y será poco paciente con la espera.
También resulta muy útil ir anticipando paso a paso lo que estáis haciendo: «Ahora cambiaremos la ropa, y después jugaremos y Mónica/Antonio hará como si fuera un espía. ¡Tomará fotos casi sin que las puedas ver! Ya verás qué chulas» (si son fotos que haces tú misma en casa y no el en estudio de un fotógrafo, puedes adaptar la idea sin problema).
Recursos para padres que acuden con sus hijos a una sesión de fotos con un fotógrafo profesional
- ANTICIPAR: Los padres deben siempre anticipar muy bien a los niños a lo que van cuando se trata de una sesión. Si tienen 5 o 6 años, es bueno decirles que van al fotógrafo y las razones : “Nos hace ilusión, nos ha regalado esto… etc”. Si son más pequeños, puede bastar con explicar que vamos a ir a jugar a casa de una amiga de mamá, por ejemplo.
- INVOLUCRAR: También debemos intentar involucrarlos al máximo: «¿Cómo te haría ilusión que te hiciesen una foto?» Quizás alguna divertida con un disfraz, o quizás con un muñeco que sea importante para él o ella. Es vital que el niño o la niña se sienta implicado y escuchado.
- RECORDAR: Si los niños ya han hecho otras sesiones con anterioridad, también es importante que se les enseñen las fotos de esas sesiones para mostrarles el resultado. ¡Incluso enseñarle fotos de la fotógrafa! Y decirle: «La fotógrafa se llama… ¿quieres ver sus fotos?». Así la cara no resultará completamente desconocida al encontrarse en persona, y pueden entender cuál es su trabajo.
Nada de chantajes
Cuando nuestros hijos nos «ignoran» porque prefieren explorar el espacio a sus anchas, o hacer cualquier cosa menos dejarse tomar la foto, como madres/padres tendemos a tensarnos y pasamos de la promesa de un premio a la amenaza de un castigo. Suplicamos, insistimos, nos enfadamos… pero esa es casi siempre la peor vía posible, sobre todo en según qué edades o con qué caracteres.
Acuérdate de prevenir e involucrar al máximo al niño para evitar que llegue al estudio fotográfico «a regañadientes». Cuando son pequeños siempre es útil pensar «¿Qué es lo peor que puede pasar si… le dejo explorar más … si le dejo hacer esto…? Dependiendo de la respuesta (sobre todo si concluyes que no puedes dejarle explorar con esa cosa porque es peligrosa) es útil decirle o enseñarle lo que sí puede hacer o explorar.
En todo este tema, también es muy importante que como madre o padre tengamos claro que el fotógrafo respeta los ritmos del niño, y que cuando los adultos nos relajamos, los niños también. Recuerda que las prisas son enemigas de las risas.
¿Cómo conseguir captar la mejor cara de tu hijo en una sesión de fotos?
Para los padres, una sesión de fotos es un acto en el que hemos puesto muchas expectativas. Queremos que todo salga bien, y que nuestro hijo o hija se vea bien, feliz, natural. En definitiva, es un contexto en el que nos volvemos muy perfeccionistas y tendemos a agobiarnos cuando el niño o la niña pone «caras» o no se comporta como esperamos. Dime si te has escuchado alguna vez diciendo esto: «Fulanito, sácate la mano de la boca; no te toques los ojos, cierra la boca, no pongas esa cara, ¡sonríeeee!»
¿Qué podemos hacer en este caso?
- Lo primero, confía en la sesión. Hay que tener paciencia y dejar que las cosas sigan su curso, pero siempre sin forzar.
- Recuerda a qué acudiste a un fotógrafo: para divertirte, para pasar un buen rato en familia. Puedes ser parte activa de la sesión echando una mano en momentos concretos cuando te pidan ayuda, pero a grandes rasgos lo único que debes hacer es relajarte y fluir.
- Piensa que una foto bonita no siempre es sonriendo a cámara. A veces hay que abrir la mente y dejar que los niños sean niños, con sus muecas, sus bobadas, sus momentos de euforia y también de tristeza o de abstracción. Las mejores expresiones son las naturales, no las forzadas.
- También puede ser útil plantearte qué fotos son las que tienen prioridad para ti. ¿Cuáles te hacen más ilusión? Y así podemos intentar abordarlas en el momento álgido de la sesión, cuando los niños todavía están «frescos» y ya nos hemos ganado su confianza.
En definitiva, suéltate y disfruta. No pienses en la sesión como en un examen de selectividad, sino más bien como un rato de juego y diversión en familia, un rato para conectar con los tuyos de manera natural, sin extravagancias. Confía y deja fluir. Recuerda que por un día SÍ pueden saltar y corretear, e incluso gritar o cantar. ¡El resultado seguro que te sorprende!